León XIV en el Jubileo de los Jóvenes: “no aspiren a menos que la santidad”

Alrededor de un millón de jóvenes procedentes de unos 146 países de todo el mundo se han dado cita en Roma los pasados 2 y 3 de agosto para vivir el Jubileo de los Jóvenes con el santo padre León XIV. Los eventos centrales de este histórico encuentro se desarrollaron en la gran explanada de Tor Vergata, a las afueras de la Ciudad Eterna, a donde el pontífice acudió al caer la tarde del sábado 2 de agosto para la adoración eucarística; al mismo escenario, preparado para la ocasión, acudió a la mañana siguiente para presidir la Santa Misa.

Las inquietudes de la juventud: relaciones auténticas, valor para decidir, encontrar a Jesús en la prueba

Tras recorrer los principales sectores de la enorme superficie salpicada de peregrinos procedentes de todas partes del mundo y de muy diversas realidades eclesiales, varios jóvenes expusieron sus inquietudes al sucesor de Pedro en un diálogo paterno y cercano en el que instruyó acerca de la amistad sincera:

El papa Francisco recordaba que a veces los «mecanismos de la comunicación, de la publicidad y de las redes sociales pueden ser utilizados para volvernos seres adormecidos, dependientes del consumo» (Christus vivit, 105). Entonces nuestras relaciones se vuelven confusas, ansiosas o inestables. Además, como saben hoy en día hay algoritmos que nos dicen lo que tenemos que ver, lo que tenemos que pensar, y quiénes deberían ser nuestros amigos. Y entonces nuestras relaciones se vuelven confusas, a veces ansiosas […]. Cuán difícil es encontrar una amistad auténtica. Hace siglos, san Agustín […] pasó por una juventud tempestuosa; pero no se conformó, no silenció el clamor de su corazón. Agustín buscaba la verdad, la verdad que no defrauda, la belleza que no pasa. Y ¿cómo la encontró? ¿Cómo encontró una amistad sincera, un amor capaz de dar esperanza? Encontrando a quien ya lo estaba buscando, encontrando a Jesucristo. ¿Cómo construyó su futuro? Siguiéndolo a Él, su amigo desde siempre. En palabras suyas: “Ninguna amistad es fiel sino en Cristo” […]. Cuando nuestras amistades reflejan este intenso vínculo con Jesús, ciertamente se vuelven sinceras, generosas y verdaderas.

Queridos jóvenes, ámense los unos a los otros. Ámense en Cristo. Sepan ver a Jesús en los demás. La amistad puede cambiar verdaderamente el mundo. La amistad es el camino por la paz.

Cuestionado también acerca del valor para tomar decisiones radicales y llenas de significado desde la libertad y la valentía, el Papa afirmó: “Cuando elegimos, en sentido profundo, decidimos qué queremos llegar a ser […]. Hemos recibido la vida gratis, sin elegirla. No somos fruto de nuestra decisión, sino de un amor que nos ha querido […]. Para ser libres, es necesario partir de un fundamento estable, de la roca que sostiene nuestros pasos. Esta roca es un amor que nos precede, nos sorprende y nos supera infinitamente: el amor de Dios. Por eso, ante Él la decisión es un juicio que no nos quita ningún bien, sino que siempre nos lleva a lo mejor. La valentía de elegir surge del amor que Dios nos manifiesta en Cristo. Él es quien nos ha amado con todo su ser salvando el mundo y mostrándonos así que el camino para realizarnos como personas es dar la vida. Por eso, el encuentro con Jesús corresponde a las esperanzas más profundas de nuestro corazón, porque Jesús es el Amor de Dios hecho hombre”. En este sentido, León XIV recordó las palabras de su predecesor, san Juan Pablo II, veinticinco años atrás en el mismo lugar:

Es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad; es Él quien os espera cuando no os satisface nada de lo que encontráis; es Él la belleza que tanto os atrae; es Él quien os provoca con esa sed de radicalidad que no os permite dejaros llevar del conformismo; es Él quien os empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien os lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar
— San Juan Pablo II

Un último joven, recopilando los anhelos de tantos corazones presentes en el encuentro, preguntó a León XIV cómo encontrar verdaderamente al Señor Resucitado en nuestras vidas y estar seguros de su presencia incluso en medio de las pruebas y las incertidumbres, a lo que el Papa respondió aludiendo a las palabras de la bula Spes non confundit con la que el Papa Francisco convocó el Jubileo: «En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien». A raíz de esto, el Santo Padre reflexionó: “Si realmente quieren encontrar al Señor resucitado, escuchen su palabra, que es el Evangelio de la salvación. Reflexionen sobre su forma de vivir, busquen la justicia para construir un mundo más humano. Sirvan a los pobres y den testimonio así del bien que siempre nos gustaría recibir de nuestros vecinos. Estén unidos a Jesucristo en la Eucaristía. Adoren a Cristo en el Santísimo Sacramento, fuente de vida eterna. Estudien, trabajen y amen siguiendo el ejemplo de Jesús, el buen Maestro que siempre camina a nuestro lado”.

Vigilia de adoración: un millón de jóvenes ante Jesús Eucaristía

Con la invocación del Espíritu Santo, comenzó la celebración, presidida por el pontífice, de la adoración del Santísimo Sacramento. Habiendo meditado el Evangelio de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35), el silencio invadió la explanada de Tor Vergata en un momento de profunda emoción y profundidad, donde decenas de miles de personas se postraron ante una sencilla custodia que albergaba la Sagrada Forma. El Papa León permaneció de rodillas durante todo el tiempo de adoración.

La música acompañó poco después este tiempo de oración, valiéndose el agradecimiento del pontífice tras impartir la bendición a la multitud: “Quisiera agradecer al coro, la música. Gracias por acompañarnos. Gracias a todos ustedes. Gracias. Por favor, descansen un poco. Nos rencontraremos aquí mañana por la mañana para la celebración de la Santa Misa. Felicidades a todos. Buenas noches”.

La homilía de León XIV en la Misa del Jubileo: no conformarse con menos que la santidad

Tras pasar la noche al raso en sacos de dormir, colchones o tiendas de campaña, los peregrinos se prepararon para el inicio de la Misa a las 9:00. La homilía del Papa León XIV en la Misa de clausura del Jubileo de los Jóvenes en Tor Vergata, se centró en la inquietud del corazón humano y la búsqueda de sentido en el encuentro con Cristo resucitado. Tomando como punto de partida la experiencia de los discípulos de Emaús, el Santo Padre animó a los jóvenes a no temer la fragilidad, comparándola con la hierba que florece y se marchita. “También nosotros, queridos amigos, somos así; hemos sido hechos para esto. No para una vida donde todo es firme y seguro, sino para una existencia que se regenera constantemente en el don, en el amor. Y por eso aspiramos continuamente a un “más” que ninguna realidad creada nos puede dar; sentimos una sed tan grande y abrasadora, que ninguna bebida de este mundo puede saciar. No engañemos nuestro corazón ante esta sed, buscando satisfacerla con sucedáneos ineficaces. Más bien, escuchémosla. Hagámonos de ella un taburete para subir y asomarnos, como niños, de puntillas, a la ventana del encuentro con Dios. Nos encontraremos ante Él, que nos espera; más bien, que llama amablemente a la puerta de nuestra alma (cf. Ap 3,20).”

Citando a san Agustín, el Papa les recordó que la plenitud no se encuentra en las cosas de este mundo, ciertamente hermosas, sino en Quien las hizo. También hizo referencia al Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa, quien afirmó que la inquietud en el corazón no es un signo de enfermedad, sino de estar vivos: “hay una inquietud importante en nuestro corazón, una necesidad de verdad que no podemos ignorar, que nos lleva a preguntarnos: ¿qué es realmente la felicidad? ¿Cuál es el verdadero sabor de la vida? ¿Qué es lo que nos libera de los pantanos del sinsentido, del aburrimiento y de la mediocridad?”. El sucesor de Pedro dio la respuesta: “nuestra esperanza es Jesús”.

León XIV concluyó su mensaje animando a los jóvenes a no conformarse con la mediocridad y a aspirar a la santidad. Les recordó que la plenitud de la vida no reside en lo que se acumula, sino en lo que se comparte, citando a san Juan Pablo II en el año 2000: es Jesús «el que suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande».

Aspiren a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén. No se conformen con menos. Entonces verán crecer cada día la luz del Evangelio, en ustedes mismos y a su alrededor.
— León XIV

Finalmente, encomendó a los jóvenes a la Virgen María para que sigan contagiando con el entusiasmo y el testimonio de su fe.

 

Imágenes: © Vatican Media

 
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