El mensaje de esperanza del Papa León XIV para la Jornada Mundial de los Abuelos y Mayores
Con motivo de la V Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, que se celebrará el domingo 27 de julio, el Santo Padre León XIV ha publicado el mensaje oficial, bajo el lema que ya había establecido el Papa Francisco y que se inserta en el marco del Jubileo de la Esperanza: «Feliz el que no ve desvanecerse su esperanza» (Si 14,2).
En el mensaje, el Santo Padre invita a reconocer a los ancianos como testigos de la esperanza que, de manera activa, son protagonistas de la vida eclesial, ya que “la esperanza es siempre fuente de alegría, a cualquier edad”. Así, recuerda que cuando la esperanza es “templada por el fuego de una larga existencia”, la vejez se convierte en “fuente de una bienaventuranza plena”. A través de figuras bíblicas como Abraham y Sara, Moisés o Zacarías e Isabel, el Pontífice subraya que “la ancianidad es un tiempo de bendición y de gracia”, y que para Dios “los ancianos son los primeros testigos de esperanza”. Recordando las palabras de San Agustín, anima a comprender que cuando las fuerzas faltan, el vigor del Señor está presente:
La vida de la Iglesia y del mundo, en efecto, sólo se comprende en la sucesión de las generaciones, y abrazar a un anciano nos ayuda a comprender que la historia no se agota en el presente, ni se consuma entre encuentros fugaces y relaciones fragmentarias, sino que se abre paso hacia el futuro. […] Si, por tanto, es verdad que la fragilidad de los ancianos necesita del vigor de los jóvenes, también es verdad que la inexperiencia de los jóvenes necesita del testimonio de los ancianos para trazar con sabiduría el porvenir. ¡Cuán a menudo nuestros abuelos han sido para nosotros ejemplo de fe y devoción, de virtudes cívicas y compromiso social, de memoria y perseverancia en las pruebas! Este hermoso legado, que nos han transmitido con esperanza y amor, siempre será para nosotros motivo de gratitud y de coherencia.
El Santo Padre invita además a repensar la ancianidad desde la perspectiva jubilar, con la alegría auténticamente evangélica que comporta, y llamando a atender especialmente situaciones de soledad y abandono para no acostumbrarnos a olvidar una parte tan importante y rica del tejido social. El pontífice propone así una “revolución” de la gratitud y del cuidado, proponiendo un compromiso activo: visitar a los ancianos, crear redes de apoyo y oración, alimentar relaciones que proporcionan esperanza y dignidad al que se siente olvidado. Recuerda además que quienes no puedan peregrinar en el Año Santo podrán obtener la Indulgencia jubilar si visitan a personas mayores en soledad, “como realizando una peregrinación hacia Cristo presente en ellos” (cf. Mt 25,34-36). Recordando al Papa Francisco, León XIV concluye animando a los abuelos y mayores a perseverar en la oración y el amor: “Todos, siempre, podemos amar y rezar”.
“[...] Especialmente en la vejez, perseveremos confiados en el Señor. Dejémonos renovar cada día por el encuentro con Él, en la oración y en la Santa Misa. Transmitamos con amor la fe que hemos vivido durante tantos años, en la familia y en los encuentros cotidianos; alabemos siempre a Dios por su benevolencia, cultivemos la unidad con nuestros seres queridos, que nuestro corazón abarque al que está más lejos y, en particular, a quien vive en una situación de necesidad. Seremos signos de esperanza, a cualquier edad.”
La Jornada, promovida por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, se presenta este año con una sensibilidad particular hacia quienes, por edad o enfermedad, no pueden unirse a las peregrinaciones jubilares. Para ellos, se ha elaborado un itinerario celebrativo específico, pensado para poder ser vivido en sus hogares o residencias, reafirmando que la gracia del Jubileo está abierta a todos, así como un kit pastoral con diversos materiales para vivir la Jornada.