El legado del Papa Francisco a las familias

El pasado lunes 21 de abril de 2025, la Iglesia universal despedía con dolor pero también con profunda gratitud al Papa Francisco, que fallecía a los 88 años en Roma horas después de impartir la bendición pascual Urbi et orbi. Su pontificado, iniciado en 2013 tras la renuncia de Benedicto XVI, se caracterizó por sus múltiples y sinceros gestos de misericordia, una renovada atención pastoral a la familia y el incansable anuncio de la ternura de Dios a lo largo de todo el mundo, con 47 peregrinaciones internacionales para manifestar la ternura de un Padre que siempre perdona.

Desde el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia, sección de Madrid, queremos rendir homenaje a su legado en favor del matrimonio y la familia, pilares fundamentales de su magisterio y de nuestra propia identidad.​

 

 Un pontificado singular bajo la lógica de la misericordia

El pontificado del Papa Francisco (2013–2025) ha sido una etapa singular en la historia reciente de la Iglesia, caracterizada por un liderazgo profundamente evangélico, atento a las periferias existenciales y geográficas, audaz en cambios y reformas, y siempre movido por la misericordia, llamando a una Iglesia en salida e invitando a los cristianos y a toda la sociedad a vivir la compasión, el perdón y la reconciliación. Primer Papa jesuita, primer pontífice latinoamericano y primer obispo de Roma con el nombre de Francisco, desde el primer momento ejerció la autoridad desde el servicio más humilde. Su pontificado ha estado marcado por la sorpresa de su estilo sencillo, su lenguaje pastoral y cercano, y gestos elocuentes de simplicidad y de cercanía inmediata al pueblo, buscando no solo a los creyentes sino, todavía con más ahínco, a los alejados de la Iglesia.

Ha promovido una reorganización de la Curia romana con el fin de hacerla más transparente, sinodal y evangelizadora; ha condenado los abusos de todo tipo en el seno de la Iglesia y ha abierto procesos históricos en lo relativo a las finanzas, la ampliación del papel de los laicos (especialmente de las mujeres) y la sinodalidad como fundamento del gobierno eclesial: caminar juntos, escuchar al Espíritu y a los demás.

Su magisterio social ha sido especialmente relevante. Encíclicas como Laudato Si’ (sobre el cuidado de la casa común) o Fratelli Tutti (sobre la fraternidad y la amistad social) lo situaron en el centro del debate mundial como un líder moral reconocido en el mundo. En el plano pastoral, dejó como legado inmortal la exhortación apostólica Amoris Laetitia, fruto de los sínodos sobre la familia, y el Año Jubilar de la Misericordia, vivido como un tiempo de gracia para millones de personas. Su amor por los pobres, su opción por los descartados, su incansable llamamiento a la paz, la fraternidad y el diálogo, y su fidelidad inquebrantable al Evangelio han hecho de su pontificado un servicio fecundo y valiente hasta el último día, aun con dolencias y enfermedades como el largo ingreso hospitalario de los pasados meses de febrero y marzo. De hecho, la Santa Sede ha hecho público su testamento, en el que Papa confiesa: “El sufrimiento que se ha hecho presente en la última parte de mi vida lo ofrecí al Señor por la paz en el mundo y la fraternidad entre los pueblos”.

 

La apuesta por la familia: los Sínodos y Amoris Laetitia

Desde el inicio de su ministerio, el sucesor de Pedro mostró una profunda preocupación por la realidad de las familias. En octubre de 2014 convocó la III Asamblea General Extraordinaria del sínodo de los obispos bajo el lema «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización», y un año después, en 2015 llamó al Vaticano a la XIV Asamblea General Ordinaria sobre el tema «la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo».

Ambos eventos abordaron cuestiones que desafían a las familias y sociedades de todo el mundo, de forma abierta y transparente; las conclusiones las recogió el Santo Padre en su exhortación apostólica Amoris Laetitia (19 de marzo de 2016) en la que enfatiza la necesidad de acompañar en el discernimiento e integrar a las familias, especialmente las heridas, en la vida de la Iglesia. En este documento también reconoce la riqueza y diversidad de las experiencias familiares, valorando el amor conyugal, la paternidad y maternidad, y el papel de los abuelos; además, aborda con realismo las dificultades que enfrentan las familias: crisis matrimoniales, separación y divorcio, nuevas uniones, violencia, matrimonios mixtos, migración, drogodependencia, poligamia, ideología de género… En este sentido, también en lo relativo a la educación de los hijos y el cuidado de los ancianos, el Papa Francisco pidió desarrollar una pastoral familiar renovada, cercana, acogedora y capaz de ofrecer ayuda concreta a las familias.

También en ese año canonizó al matrimonio de Louis Martin y Marie-Azélie Guérin, padres de Santa Teresita de Lisieux.

La familia, en efecto, ocupó un lugar central en el magisterio y la acción pastoral del Papa Francisco. Consciente de los desafíos y las complejidades que atraviesa la institución familiar en el mundo contemporáneo, el Papa Francisco promovió una renovada atención a la familia, buscando acompañarla, fortalecerla y valorarla como un don de Dios y un pilar fundamental de la sociedad. Además de los documentos magisteriales, dedicó numerosas catequesis de las audiencias generales a las familias, profundizando en temas como el amor conyugal, la paternidad y maternidad, la fidelidad, el papel de los abuelos y la importancia de la oración en familia; siempre con ejemplos concretos e incluso anécdotas, ha ofrecido palabras de aliento y esperanza resaltando la belleza del matrimonio como alianza indisoluble entre hombre y mujer, y como célula fundamental de la sociedad y primera escuela de humanidad.

Ha participado en varios encuentros mundiales de familias, con palabras valientes para animar a cada familia a vivir con fidelidad y generosidad su vocación, empleando palabras y gestos de cercanía y afecto hacia ellas. Asimismo, el Papa Francisco ha alzado su voz en repetidas ocasiones para defender a la familia en foros internacionales, llamando a la promoción de la natalidad y al establecimiento de leyes y políticas que protejan y fortalezcan de forma efectiva a esta “iglesia doméstica” y “célula vital para transformar el mundo” (Amoris Laetitia, 324).

En los 66 países que visitó durante sus 12 años de pontificado, Francisco ha repetido incansablemente la necesidad de una “Iglesia en salida” que busque a las familias en sus realidades concretas. También su encíclica Laudato Si’ (2015) pone el acento en la familia como la célula básica de la sociedad:

Quiero destacar la importancia central de la familia, porque «es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida». En la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida […]. La familia es el lugar de la formación integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, íntimamente relacionados entre sí, de la maduración personal. En la familia se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir «gracias» como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño (Laudato Si’, 213)

Fotografía: © Vatican News

 

El legado de Francisco en el nuevo Instituto JP2

El magisterio del Papa Francisco, con su centralidad en la familia y su llamada a la misericordia, resuena profundamente en la misión y la identidad del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia.

Como expresión de su preocupación por un conocimiento y formación mayores y más completos acerca de la familia, en 2017 el Santo Padre promulgó el motu proprio Summa Familiae Cura, mediante el cual renovó el marco jurídico y campos de interés del Pontificio Instituto a fin de lograr un mayor reconocimiento de la institución académica manteniendo la inspiración original de su santo predecesor, y contribuyendo a que sea plenamente compatible con las exigencias actuales de la misión pastoral de la Iglesia. Esto supuso un enriquecimiento de su labor, ampliando el enfoque la investigación y oferta formativa también a las ciencias relacionadas con el matrimonio y la familia en consonancia con los desafíos contemporáneos, con una relación especial con la la Congregación para la Educación Católica, el Pontificio Consejo para los Laicos, la Familia y la Vida y la Pontificia Academia para la Vida, otorgando además títulos reconocidos a nivel eclesiástico.

Desde la fidelidad a su fundador, san Juan Pablo II, el Instituto ha florecido en los últimos años con la renovación del Papa Francisco, profundamente convencido de que la familia es un don precioso de Dios y un bien para la sociedad que requiere de un abordaje específico y un acompañamiento pastoral realista para con los desafíos de la actualidad. Así, Amoris Laetitia ha constituido una preciosa referencia fundamental para la investigación y la formación que se imparte en el Instituto, inspirando nuevas líneas de estudio y profundizando en la reflexión sobre los desafíos y las oportunidades que presenta la familia en el siglo XXI. Bajo la estela del Santo Padre, nuestra sección de Madrid del Pontificio Instituto, cuya gestión ha sido encomendada a la Universidad Católica San Antonio de Murcia, asume la tarea de seguir promoviendo una pastoral familiar renovada, fiel al Magisterio de la Iglesia y, al mismo tiempo, cercana y comprensiva con las realidades concretas de las familias.

Durante el Año Jubilar de la Misericordia (2016), el Santo Padre enfatizó la importancia de anunciar el amor compasivo de Dios, su perdón y su gracia como claves para la evangelización y el acompañamiento pastoral. Los innumerables gestos concretos de cercanía y cariño hacia las familias, los matrimonios jóvenes y los niños han sido una constante tanto en las audiencias semanales como en las decenas de viajes apostólicos que emprendió durante estos 12 años de fecundo pontificado.

Desde el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II de Madrid expresamos nuestra profunda gratitud a Dios por el legado del Papa Francisco en favor del matrimonio y la familia. Su magisterio y su ejemplo de entrega y servicio hasta el final nos impulsa a continuar trabajando por una formación integral que acoja, acompañe y promueva la dignidad de cada persona. Con la tristeza de la reciente pérdida de este pastor bueno pero la mirada llena de esperanza, el Pontificio Instituto JP2 de Madrid reconoce la fecunda herencia magisterial de amor, misericordia y cercanía del Papa Francisco, que nos inspira a seguir construyendo una Iglesia que sea verdadero hogar para todos, tal y como él soñó.

 

Descanse en Paz.

 
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