El Dicasterio para la Doctrina de la Fe publica una nota doctrinal sobre el valor de la monogamia
El pasado 25 de noviembre, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe presentó en Roma la nota doctrinal “Una caro. Elogio de la monogamia. Nota doctrinal sobre el valor del matrimonio como unión exclusiva y pertenencia recíproca”, un texto que relee la monogamia como don y vocación en el contexto cultural actual. Aprobado por el Papa León XIV el 21 de noviembre, el documento expresa la necesidad de comprender la exclusividad en el matrimonio no como un límite, sino como un vínculo único y definitivo, una promesa de infinito que custodia la dignidad de los esposos, sostiene la estabilidad de la familia y ofrece a la sociedad un horizonte de fidelidad y esperanza.
El documento, lejos de constituir una novedad doctrinal, supone un diálogo con los desafíos contemporáneos y una respuesta, desde las Sagradas Escrituras, la filosofía, la teología y el Magisterio más reciente de los Papas, a la difusión de modelos relacionales que relativizan el compromiso o multiplican los vínculos afectivos, como el llamado “poliamor” o determinadas formas de cohabitación, proponiendo una vez más la belleza de una alianza que exige responsabilidad, paciencia y ternura.
Así, el texto recuerda que la monogamia remite al modo en que Dios se relaciona con su pueblo: con un amor celoso, fiel y exclusivo, que no se comparte con otros dioses; de ahí que la nota retome las raíces bíblicas y teológicas del matrimonio como “una sola carne”, y afirme que la unión exclusiva entre un hombre y una mujer expresa de manera singular el designio originario de Dios sobre el amor humano. A partir de ahí, el texto desarrolla la idea de pertenencia recíproca: los esposos se pertenecen en libertad, no como propiedad, y esta pertenencia se concreta en la decisión de no reservarse una “parte de sí” para otros vínculos afectivos paralelos, sino de entregarse sin reservas a la relación conyugal:
“La pertenencia mutua se basa en el libre consentimiento de ambos. [...]. No es casualidad que San Pablo VI vincule la «donación personal mutua» en el matrimonio con la unidad del vínculo, caracterizándolo como «propio y exclusivo». Y, aún sobre el tema de la reciprocidad, Karol Wojtyła sostiene que esta «nos obliga a considerar el amor del hombre y la mujer no solo como el amor del uno por el otro, sino como algo que existe entre ellos [...]. El amor no está solo en la mujer ni solo en el hombre —porque entonces tendríamos finalmente dos amores—, sino que es único, es aquello que los une [...]. Su ser, en su plenitud, es interpersonal y no individual [...]. Es la reciprocidad la que, en el amor, decide el nacimiento de este «nosotros». Demuestra que el amor ha madurado, se ha convertido en algo entre personas, ha creado una comunidad». Esta reciprocidad es un reflejo de la vida trinitaria: «dos personas que un amor perfecto une en la unidad. Este movimiento y este amor los hacen semejantes a Dios, que es el amor mismo, la unidad absoluta». de las tres Personas». La unidad de la relación de los esposos está profundamente arraigada en la comunión trinitaria.”
El documento insiste en que esta exclusividad no empobrece la libertad, sino que la madura, porque ayuda a unificar la vida afectiva, a hacer creíbles las promesas y a sostener en el tiempo la palabra dada, especialmente en las etapas de crisis o de fragilidad.
Junto a esta visión positiva, la nota afronta de manera explícita la cuestión de las formas de unión que niegan o relativizan la exclusividad, como la poligamia o las experiencias de poliamor, y advierte que estas configuraciones, incluso cuando se presentan como consensuadas, tienden a introducir dinámicas de desigualdad, competencia o instrumentalización de las personas. El texto recuerda que no todas las formas de relación tienen el mismo valor moral y que no puede equipararse la alianza matrimonial, que implica una promesa pública de fidelidad y una apertura estable a la vida, con arreglos afectivos precarios o simultáneos. De este modo, el Dicasterio confirma que la Iglesia no puede bendecir ni legitimar estructuras que contradicen la verdad del matrimonio como unión exclusiva y definitiva, aunque esté llamada a acompañar pastoralmente a las personas concretas con respeto, escucha y cercanía. Precisamente por eso, el documento invita a comunidades cristianas, familias y agentes de pastoral a cuidar a los matrimonios, a sostenerlos en su vocación y a ofrecer itinerarios de formación afectiva y espiritual que preparen para una elección libre, madura y responsable.
En clave propositiva, la nota presenta la monogamia como un bien también para la sociedad, porque genera relaciones estables, protege a los hijos y contribuye a tejer un tejido social sólido, capaz de resistir a la lógica de la fragmentación y de la soledad. El documento insiste en que esta promesa definitiva necesita la gracia y no se sostiene solo con fuerzas humanas, pero al mismo tiempo recalca que el compromiso que los esposos asumen en el sacramento del matrimonio tiene una densidad humana que puede ser reconocida y valorada también en el ámbito civil.