Diciembre: san Simón Phan Dác Hòa

San Simón Phan Dác Hòa, médico, esposo, padre de familia y mártir vietnamita, nació en 1790 en Mai-Vinh, en el seno de una familia pagana. Desde temprana edad, Simón mostró una gran inteligencia y una inclinación natural hacia el estudio. Quedó huérfano siendo niño y fue acogido por una familia cristiana, que lo bautizó cuando contaba con 12 años. Este evento marcó el inicio de una vida dedicada a la fe, al servicio a los demás y a la caridad.

Estudió medicina y ejerció con gran celo su profesión. Contrajo matrimonio con una joven católica y engendraron doce hijos. Ambos educaron a sus hijos en la fe, con una vida familiar impregnada de oración, de caridad, humildad y servicio. Por el gran celo con que ejercía su profesión, y por la enorme caridad que manifestaba hacia los pobres y hacia sus enfermos, gozó de buena fama social y llegó a ser nombrado jefe de su pueblo. Además, trabajaba para la Sociedad de Misiones Extranjeras de París.

En un contexto de persecución del catolicismo y para proteger a su familia, Simón evitó hospedar a sacerdotes directamente en su hogar, aunque les ayudaba a encontrar albergue. Es la época del emperador Minh Mang en Vietnam, con un intenso y cruel acoso hacia los católicos.

En una ocasión, Simón fue sorprendido buscando acogida para el P. Delamotte, y fue arrestado por ello. En el calabozo, fue presionado para apostatar, y ante su negativa sufrió diversa clase de tormentos. Su mujer y sus hijos lograron visitarle, e incluso pudo recibir clandestinamente la comunión, pero él les rogó que no se expusieran, prefiriendo sufrir también la soledad a poner en peligro sus vidas. Así se prepara para el martirio, en un proceso no exento de tentaciones: nuevamente le insisten en que puede salvar su vida pisando un crucifijo, ante lo que el vietnamita pide que no le insistan más ya que su fe es firme. Es entonces, el 12 de diciembre de 1840, cuando es decapitado en Nhu-Ly.

Fue canonizado el 19 de junio de 1988 por el papa Juan Pablo II, junto con otros 116 mártires vietnamitas. De ellos, 8 eran obispos; 50, sacerdotes y un total de 59 laicos, entre los cuales una madre de seis hijos y el propio Simón Phan Dác Hòa. En aquella ocasión, el santo pontífice polaco afirmó:

Los mártires vietnamitas "sembrando entre lágrimas" iniciaron de hecho un diálogo profundo y liberador con la población y la cultura de su nación, proclamando ante todo la verdad y la universalidad de la fe en Dios, proponiendo también una jerarquía de valores y de deberes especialmente adaptada a la cultura religiosa de todo el mundo oriental. Bajo la guía del primer catecismo vietnamita, dieron testimonio de que es necesario adorar a un solo Dios, como el único Dios que creó el cielo y la tierra. Ante las disposiciones coercitivas de las autoridades respecto de la práctica de la fe, afirmaron su libertad de creencia, sosteniendo con humilde valentía que la religión cristiana era lo único que no podían abandonar, ya que no podían desobedecer al soberano supremo: el Señor.

Anterior
Anterior

Enero: beato Nikolaus Groß

Siguiente
Siguiente

Noviembre: beato Álvaro Santos Cejudo