El mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de los Abuelos y Ancianos: “En la vejez no me abandones”
La Santa Sede ha hecho público el mensaje del Santo Padre Francisco para la IV Jornada Mundial de los Abuelos y Ancianos, un evento que todas las diócesis de la Iglesia Universal están llamadas a celebrar el próximo 28 de julio. En su exhortación, tan breve como provechosa, el Santo Padre pide abandonar la actitud egoísta que lleva al descarte y a la soledad para apostar por un “corazón abierto y el rostro alegre de quien tiene la valentía de decir “¡no te abandonaré!” y de emprender un camino diferente”.
La recomendación del Pontífice está en consonancia con el lema de la Jornada (“En la vejez no me abandones”), inspirado en el salmo 71. En efecto, “Dios nunca abandona a sus hijos”, nos recuerda el Papa, "ni siquiera cuando la edad avanza y las fuerzas flaquean, cuando aparecen las canas y el estatus social decae, cuando la vida se vuelve menos productiva y corre el peligro de parecernos inútil". En esta certeza, apoyada en la Sagrada Escritura, se basa el “asombro del corazón humano frente a Dios, que nos cuida a pesar de nuestra pequeñez”, y especialmente en la ancianidad.
Sin embargo, actualmente constatamos, como el propio Francisco tuvo ocasión de comprobar siendo arzobispo en Buenos Aires, la difícil realidad de la soledad de muchas personas mayores; soledad motivada por diversas realidades como la emigración de los jóvenes o incluso las percepciones distorsionadas acerca de los cuidados que requieren los ancianos, especialmente en las sociedades modernas:
Es como si la supervivencia de los ancianos pusiera en peligro la de los jóvenes. Como si para favorecer a los jóvenes fuera necesario descuidar a los ancianos o, incluso, eliminarlos. La contraposición entre las generaciones es un engaño y un fruto envenenado de la cultura de la confrontación. Poner a los jóvenes en contra de los ancianos es una manipulación inaceptable; «está en juego la unidad de las edades de la vida, es decir, el real punto de referencia para la comprensión y el aprecio de la vida humana en su totalidad» (Catequesis 23 febrero 2022).
Frente a esta situación, el Papa denuncia que “la soledad y el descarte de los mayores no son casuales ni inevitables, son más bien fruto de decisiones —políticas, económicas, sociales y personales— que no reconocen la dignidad infinita de toda persona”. Además, la afirmación de las individualidades acentúa todavía más esta crisis: “El pasaje del “nosotros” al “yo” se muestra como uno de los signos más evidentes de nuestro tiempo. La familia, que es la primera y la más radical oposición a la idea de que podemos salvarnos solos, es una de las víctimas de esta cultura individualista.”
Para combatir la soledad y el descarte que imperan en nuestro tiempo, el Pontífice señala el ejemplo bíblico de la valiente Rut, que decidió acompañar a su anciana suegra:
Rut, en cambio, no se separa de Noemí y le dirige palabras sorprendentes: «No insistas en que te abandone» (Rut 1,16). No tiene miedo de desafiar las costumbres y la opinión común, siente que esa mujer anciana la necesita y, con valentía, permanece a su lado, dando inicio a una nueva travesía para ambas. A todos nosotros —acostumbrados a la idea de que la soledad es un destino inevitable— Rut nos enseña que a la súplica “¡no me abandones!” es posible responder “¡no te abandonaré!”. No duda en trastocar lo que parece una realidad inmutable, ¡vivir solos no puede ser la única alternativa! No es casualidad que Rut —la que se quedó acompañando a la anciana Noemí— sea un antepasado del Mesías (cf. Mt 1,5), de Jesús, el Emanuel, Aquel que es “Dios con nosotros”, Aquel que lleva la cercanía y la proximidad de Dios a todos los hombres, de todas las condiciones y de todas las edades.
Así, animando a toda la comunidad a recorrer este nuevo camino de cercanía y asistencia a nuestros mayores, el Papa Francisco invita a ser agradecidos con todos aquellos que reconocen el papel insustituible de los ancianos en la familia, en la sociedad y en la Iglesia, y que, como Rut, son bendecidos al cuidar de ellos.
El mensaje finaliza animando a “mostrar nuestra ternura ternura a los abuelos y a los mayores de nuestras familias”, así como a visitar a los desanimados.
Fotografía portada: © Vatican Media