León XIV en el Jubileo de las Familias: “del seno de las familias nace el futuro de los pueblos”

El pasado domingo 1 de junio con ocasión del Jubileo de las Familias, los Niños, los Abuelos y los Mayores, la vaticana Plaza de San Pedro acogió a decenas de miles de peregrinos llegados de todo el mundo en un clima de alegría y oración. En un contexto eclesial y social marcado por importantes desafíos para las familias, el Santo Padre León XIV presidió la Santa Misa de la Ascensión del Señor en este Jubileo con una homilía centrada en la dignidad y misión de la familia cristiana.

Así, recordando el don de la vida y la filiación, recordó que:

a veces, esta humanidad se ve traicionada. Por ejemplo, cuando se invoca la libertad no para dar vida, sino para quitarla; no para proteger, sino para herir. Sin embargo, incluso frente al mal que divide y mata, Jesús sigue orando al Padre por nosotros, y su oración actúa como un bálsamo sobre nuestras heridas, convirtiéndose en anuncio de perdón y reconciliación para todos. Esa oración del Señor da sentido pleno a los momentos luminosos de nuestro amor mutuo como padres, abuelos, hijos e hijas. Y esto es lo que queremos anunciar al mundo: estamos aquí para ser “uno” tal y como el Señor quiere que seamos “uno”, en nuestras familias y en los lugares donde vivimos, trabajamos y estudiamos: distintos, pero uno; muchos, pero uno, siempre uno, en cualquier circunstancia y edad de la vida.

En esta consciencia, el sucesor de Pedro recordó que la unidad sobre el fundamento de Cristo es signo de paz para la sociedad y para el mundo:

No hay que olvidarlo: del seno de las familias nace el futuro de los pueblos.

León XIV también resaltó el signo de que las últimas décadas hayan sido beatificados y canonizados matrimonios, no ya por separado sino precisamente como esposos: es el caso de santos Luis y Celia Martin, padres de santa Teresita de Lisieux; los beatos Luigi y Maria Belatrame o la familia mártir de los Ulma: “Sí, al proponernos como testigos ejemplares a matrimonios santos, la Iglesia nos dice que el mundo de hoy necesita la alianza conyugal para conocer y acoger el amor de Dios, y para superar, con su fuerza que une y reconcilia, las fuerzas que destruyen las relaciones y las sociedades”.

El Santo Padre, anclado en el magisterio de san Pablo VI, se dirigió entonces directamente a los esposos: “el matrimonio no es un ideal, sino el modelo del verdadero amor entre el hombre y la mujer: amor total, fiel y fecundo”.

Además, alentó a los padres en su misión de educadores principalmente mediante el ejemplo de coherencia, e invitó a los hijos al agradecimiento como modo de honrar a los padres. Por último, quiso dirigirse a los abuelos y ancianos: “les recomiendo que velen, con sabiduría y ternura, por quienes aman, con la humildad y paciencia que se aprenden con los años”, recordando que “en la familia, la fe se transmite junto con la vida, de generación en generación: se comparte como el pan de la mesa y los afectos del corazón. Esto la convierte en un lugar privilegiado para encontrar a Jesús, que nos ama y siempre quiere nuestro bien”.

 
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