Marzo: san José

Cada 19 de marzo, la Iglesia celebra solemnemente a su santo patrón, san José. Modelo de esposo, ejemplo de padre y excelso custodio de la Sagrada Familia, José de Nazaret tiene un peso fundamental en el cumplimiento de la historia de la alianza y la salvación, historia que comienza en la Creación y sigue con cada uno de los patriarcas hasta llegar al humilde carpintero de Nazaret.

Poco se sabe con certeza sobre la biografía de José, el santo que más cerca ha estado de Jesús y de María. Si bien existe abundante literatura apócrifa sobre su persona (Evangelio de Santiago, Pseudo Mateo, Libro de la Natividad de María, Historia de San José el Carpintero, etc.), los escritos canónicos muestran su obediencia y su fidelidad al plan de Dios, pero sin mencionar una sola palabra que haya pronunciado. Sin embargo, podemos afirmar con certeza que Jesús, llamado «el hijo de José» (Jn 1, 45; Lc 4, 22), aprendió de él no solo su oficio, sino también su piedad y su apertura al Padre. El hombre al que Dios llamaba «padre» sin duda contribuyó de una forma decisiva en el desarrollo humano de Jesús. Su fe, probada con el embarazo sobrenatural de su prometida, se forjó en el momento del alumbramiento del Mesías en la precariedad de Belén, en la huida a Egipto, en el cuidado del niño Jesús y en tantos momentos que en la cotidianidad del hogar de Nazaret.

Si bien su devoción no se comenzó a popularizar hasta la Edad Media, los Padres de la Iglesia han hablado en numerosas ocasiones de san José (san Agustín, san Jerónimo, san Juan Crisóstomo, etc.). La mención más antigua a su culto en Occidente (en Oriente tiene lugar en el siglo IV) se registra en el norte de Francia, donde en los albores del siglo IX se tiene constancia de que el 19 de marzo se recordaba a Ioseph sponsus Mariae. En el siglo XII, los cruzados erigieron una iglesia en su honor en Nazaret. Pero el culto a san José se extendió muy especialmente en el siglo XV, bajo la influencia de san Bernardino de Siena y de Jean-Charlier Gerson; el papa Sixto IV aprobó en 1480 la fiesta dedicada al santo el 19 de marzo y más adelante, en 1621, Gregorio XV la revistió de mayor solemnidad al hacerla preceptiva. Son muchos los santos que han tenido una gran devoción a san José: santo Tomás de Aquino, santa Brígida, san Vicente Ferrer o santa Teresa de Jesús, entre muchos otros, fueron grandes amigos del padre putativo de Jesús. También el titular de nuestro Instituto, san Juan Pablo II, dedicó una exhortación apostólica a la figura y misión de san José en la vida de Cristo y de la Iglesia, la Redemptoris Custos.

San José ha sido además ampliamente representado a lo largo de la Historia del Arte:

Elegido para asumir la inmensa responsabilidad de custodiar virginalmente a la Madre de Dios y adoptar como propio a Jesús, san José es además invocado como Custodio de la Iglesia, protector y guía del pueblo cristiano. Pío XI declaró al virtuoso José como patrón de la Iglesia universal, y san Juan XXIII incluyó su nombre en el canon romano de la Misa. El Papa Francisco, que añadió a las letanías en honor de san José otras 7 en mayo de 2021, en la carta apostólica Patris corde, habló de él como un verdadero padre en siete aspectos:

  1. Padre amado: la grandeza del humilde José, esposo de María y el padre de Jesús, se reconoce en la devoción del pueblo cristiano que ha admitido su papel fundamental en la Historia de la Salvación.

  2. Padre en la ternura: Jesús vio la ternura de Dios en José, en su ejemplo de vida y en el modo en que supo pasar de su proyecto a la historia que Dios tenía pensada para él, enseñando la fe aun a través de los miedos y fragilidades.

  3. Padre en la obediencia: en cada circunstancia de su vida, José supo pronunciar su “fiat”, como María en la Anunciación y Jesús en Getsemaní. Cabeza de familia, se dejó guiar por la revelación de Dios en cada momento.

  4. Padre en la acogida: la incondicional fuerza de José nos invita a acoger a las situaciones que no entendemos y también a acoger a los demás, especialmente a los débiles.

  5. Padre de la valentía creativa: anteponiendo siempre la confianza en la Providencia, san José hizo uso de toda su creatividad y de todas sus fuerzas para proteger el tesoro más precioso del que era custodio.

  6. Padre trabajador: como estrecho colaborador de Dios, el honesto carpintero supo asegurar el sustento de su familia mediante su oficio, revelando la dignidad del trabajo.

  7. Padre en la sombra: san José entró en la lógica del don de sí mismo, con un silencio lleno de confianza que hizo plena su única y singular vocación. Enseña así a cada padre a entrar en el misterio de la paternidad como signo del amor de Dios.

La carta apostólica Patris corde finaliza con esta preciosa oración a San José:

Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.

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