Julio: santos Louis Martin y Zélie Guérin
Los padres de la célebre santa carmelita Teresita del Niño Jesús o de Lisieux, Louis y Zélie, son el primer matrimonio canonizado en la misma fecha, y su memoria se celebra conjuntamente el 12 de julio, día en que recibieron precisamente el sacramento del matrimonio en el año 1858.
Louis Martin nació en Burdeos el 22 de agosto de 1823. Hijo de Pierre-François Martin y Marie Anne Fanny Boureau, creció en un ambiente familiar marcado por una educación vivamente cristiana, vinculada al ambiente militar, ya que su padre era capitán del ejército francés. De los cinco hijos del matrimonio, él era el segundo. Desde joven manifestó inclinaciones a la vida religiosa y, tras concluir estudios con los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Alençon, localidad a la que se había mudado la familia tras la jubilación de su padre, se desempeñó como relojero con esmero y precisión. Había aprendido el oficio en Bretaña, Rennes, Estrasburgo y París, pero a los 22 años sintió con fuerza el deseo de consagrarse a Dios en la vida religiosa. Habiendo solicitado ingresar en el monasterio del Gran San Bernardo en los Alpes suizos, fue descartado por su escaso conocimiento del latín. Volvió entonces a Alençon, donde se empeñó en el estudio del latín, aunque finalmente renunció a la vida monacal y abrió un taller de relojería, ganándose el respeto de clientes y vecinos por su profesionalismo y vida austera.
Por su parte, Marie-Azélie Guérin —conocida como Zélie— nació el 23 de diciembre de 1831 en Gandelain, Normandía. Era hija de Isidore Guérin, militar retirado, y Louise-Jeanne Macè. Tuvieron además otros dos hijos: la mayor, Marie Louise, que llegaría a ser monja visitandina, e Isidore, el benjamín. Los padres de Zélie no habían tenido vidas fáciles, por lo que si bien de ellos recibió una cuidada educación católica que le permitió adquirir hábitos de trabajo, piedad y disciplina, su infancia estuvo marcada por las formas autoritarias y rudas de ambos. Zélie, inteligente y sensible, admitiría en sus cartas que su etapa de niña y joven fue triste; a pesar de ello, cuando su padre enviudó y enfermó conviviría con ella, ya casada, del mismo modo que los padres de Louis.
En 1844, la familia se estableció en Aleçon, donde su madre abrió un café y una sala de billar. El negocio no fue un éxito; sin embargo, los trabajos de carpintería y la pensión del padre lograban que la familia siguiese adelante. La precariedad fue constante hasta que el trabajo de las hijas contribuyó a estabilizar la situación familiar, pero esto supuso que Zélie entrase en el internado de las religiosas de la Adoración perpetua. Con ellas aprendería los rudimentos del encaje de Aleçon, muy famoso en el momento; más tarde, se perfeccionaría en este arte al inscribirse en la École dentellière.
También Zélie pasó por un periodo de discernimiento vocacional. Se presentó en el convento de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en Alençon, pero, al igual que le había sucedido a Louis, no fue admitida. Aceptó con humildad esta frustración de sus planes y, tras rezar una novena en honor a la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre de 1851, escuchó en su interior una invitación a continuar realizando punto de Aleçon, con delicadeza y precisión. Es así como junto a su hermana Marie Louise abriría su propio taller, que llegaría a emplear a varias obreras y a ser premiado y reconocido. Sin embargo, en 1858, su hermana ingresa al monasterio de la Visitación. Pero poco después sucede un encuentro providencial.
Es mayo de 1858. Zélie tenía 27 años, Louis 34. El encuentro es breve pero muy impactante para ambos, que sienten interiormente una impresión mutua y la convicción de que son elegidos por Dios el uno para el otro, al punto de que el entendimiento mutuo es tal que contraerán matrimonio apenas tres meses después de su primer encuentro. La medianoche del 12 al 13 de julio de 1858, Louis y Zélie se desposan en la iglesia de Aleçon.
Inician así una vida familiar en la casa que hoy todavía se conserva en Aleçon, donde se pueden ver parte de los enseres y el taller de encaje de Zélie. La jornada familiar comenzaba con la misa diaria, a la que asistían juntos, seguida del trabajo. Louis dedicaba tiempo a su taller de relojería, pero también cultivaba su afición por la lectura, la pesca y los paseos. Zélie, además de dirigir su negocio, se ocupaba de la educación moral y espiritual de las hijas, junto con su formación intelectual y doméstica. Su correspondencia, abundantemente conservada, da testimonio del equilibrio entre exigencia y ternura con que ejercía su maternidad. Tuvieron nueve hijos, de los cuales solo cinco sobrevivieron a la infancia, todas ellas niñas que llegarían a la vida religiosa: Marie, Pauline, Leonie, Céline y Thérèse. Esta última, la pequeña gran santa Teresita, es una de las fuentes más valiosas para comprender la santidad de sus padres.
La tragedia azota el feliz hogar de la familia Martin cuando Zélie tiene apenas 45 años: el diagnóstico de un tumor en el pecho le supone una dura enfermedad que lleva con una firme esperanza en la vida eterna. Aun así, su salud continúa deteriorándose y finalmente muere el 28 de agosto de 1877. La pequeña de sus hijas, Teresita, tenía apenas 4 años; la mayor, 17.
Louis, viudo y padre de cinco hijas, se dedicó por entero a su crianza. Se trasladan a Lisieux, donde residía el hermano de Zélie. En esta etapa, destaca su delicadeza para con cada una, especialmente con la pequeña Teresa, quien años después le dedicaría tiernas palabras en sus escritos autobiográficos. Louis acompañó con generosidad las decisiones vocacionales de sus hijas, tres de las cuales ingresaron en el Carmelo de Lisieux entre 1882 y 1887. El sacrificio fue todavía más difícil en el caso de Teresa, que entró en el Carmelo con apenas 15 años. También Leonie ingresó como religiosa, aunque en la orden de la Visitación.
Louis comenzó en 1889 a dar síntomas de una enfermedad neurológica (probablemente arteriosclerosis con episodios psicóticos); en este tiempo, su hija Céline aplazó su decisión de ingresar en el Carmelo junto a sus hermanas para acompañarlo y cuidar de él. Precisando ser internado en el sanatorio de Caen, Louis sufrió una larga enfermedad que le llevó a morir en julio de 1894 en Lisieux.
El proceso de canonización de ambos esposos se vio impulsado especialmente por santidad de su hija Teresa, canonizada en 1925. El 19 de octubre de 2008, Louis Martin y Zélie Guérin fueron beatificados por el papa Benedicto XVI, y canonizados juntos el 18 de octubre de 2015 por el papa Francisco, durante el Sínodo sobre la Familia. Fueron los primeros esposos en ser canonizados como tal, en una misma ceremonia. Su vida, tejida entre la cotidianidad del trabajo, la educación de los hijos, la oración en familia y las pruebas de la enfermedad y la muerte, constituye un testimonio singular de la santidad en el estado matrimonial. Vivieron su vocación como esposos, padres, creyentes y trabajadores en fidelidad al Evangelio, haciendo de su hogar un pequeño santuario donde Dios fue el centro de todo.