Enero: beato Giuseppe Tovini
El laico, abogado y político Giuseppe Antonio Tovini fue un principalmente un dedicado padre de familia que desempeñó un brillante apostolado y respondiendo a los retos de una sociedad convulsa con un firme compromiso cristiano. Especialmente preocupado por la presencia de la Iglesia en el mundo laboral y educativo, afirmó que «nuestros hijos sin la fe no serán jamás ricos; con la fe no serán jamás pobres», tal y como recordó san Juan Pablo II la homilía de en su beatificación.
Nacido el 14 de marzo de 1841 en un pequeño municipio de Brescia (Italia), fue educado en la fe en el seno de su familia e incluso llegó a ingresar en el seminario diocesano. Siendo el mayor de seis hermanos, tras la muerte de su padre en 1859 abandonó, no sin gran dolor, la idea de ser misionero ante la difícil situación económica de su familia. Mientras trabajaba dando clases particulares y ayudando en el despacho de un abogado, completó sus estudios en la facultad de jurisprudencia de Padua. Al fallecimiento de su madre, y fortalecido por su intensa vida espiritual, se desempeñó como vicerrector y profesor en un colegio, donde siempre rezaba cada vez que comenzaba y terminaba las clases.
Habiéndose trasladado a Brescia, trabajó como abogado y conoció a Emilia Corbolani, con quien se casaría el 6 de enero de 1875. Ambos vivieron un matrimonio cristiano, preocupados en la educación católica de sus diez hijos, de los cuales tres responderían a la vocación religiosa. En la década de 1870 se desempeñó como alcalde de su tierra natal y posteriormente en otros cargos políticos en diferentes puntos de la región. Ingresó en la Tercera Orden Franciscana en 1881, algo decisivo para su crecimiento en la fe, en la sencillez, la pobreza, la oración y el resto de virtudes, algo fundamental para desempeñar su trabajo como un servicio. Impulsó iniciativas e instituciones sociales y obreras en Brescia y Lombardía (cajas de ahorro municipales, uniones diocesanas de sociedades agrícolas, etc.). Se interesó sobremanera por la enseñanza religiosa en las escuelas, defendiendo la escuela libre como instrumento de formación en responsabilidad civil y social, promoviendo además la creación de círculos universitarios católicos que estarían en el germen de la Federación de Estudiantes Católicos Italianos. Fundó la revista pedagógica y didáctica «Escuela Italiana moderna», de difusión nacional; el semanario «La voz del pueblo»; el «Boletín de los terciarios franciscanos», etc. y otra gran cantidad de emprendimientos con celo apostólico que supo compaginar de forma excepcional con su primera misión: la de esposo abnegado y padre dedicado y afable. Así, en 1995 fueron reconocidas sus virtudes heroicas.
Su afán por hacer presentes los valores cristianos en la vida civil, animando a la oración y la comunión eucarística en asociaciones obreras católicas, manifiesta su implicación como discípulo de Jesús para hacer presente la fe en los espacios públicos y privados, a pesar de la precariedad de su salud hacia el final de su vida. Defendió a los necesitados, se preocupó por los trabajadores, fue un ferviente devoto de la Virgen María, asiduo a la Eucaristía e incansable en la oración. Falleció el 16 de enero de 1897, día en que se conmemora su beatificación, que tuvo lugar en Brescia en 1998.
En 1954, Antonio Cistellini escribió una biografía sobre Tovini, prologada por Giovanni Battista Montini, que pasaría a la Historia como el papa santo Pablo VI:
«El recuerdo que dejó entre las primeras personas que conocí y estimé era tan vivo y presente, que muy a menudo escuché comentarios y encomios de su singular persona y de sus diversas actividades; oí con sorpresa expresiones de admiración ante su virtud y de añoranza por su muerte prematura».
El beato Giuseppe Tovini recorrió el camino de la santidad por la vía laical y familiar, aunándola con el servicio a la sociedad viviendo los problemas sociales del momento desde su condición de testigo del Evangelio vivo y dejándonos así un ejemplo elocuente para los padres y políticos.